viernes, 5 de noviembre de 2010

Cuentínimo

Y se vieron, finalmente. Meses atrás, muchos meses, se vieran casi a diario. Se entregaron demasiado amor demasiado pronto. El amor se agotó y sólo les restaba el miedo cuando dejaron de frecuentarse. Aunque les costaba trabajo definirse el uno sin el otro, los asfixiaba también la consciencia de que sólo se podían vivir enteramente, sin restricciones, sin concesiones. Se sentaron uno frente al otro, desnudados ya, temblando. El acto amoroso entre ellos no podía entrar en el mundo categórico de la apreciación; más allá de bueno o malo era y ante nada sería siempre pretérito imperfecto.

domingo, 15 de agosto de 2010

Una magdalena pecaminosa.

La respiración entrecortada de Hector, acompañada de un larga y profunda exclamación de victoria, marcó el final de la faena. Connie, post-coito, adoptaba siempre una pose de justa Justina. El fatigado amante se detuvo unos segundos para recuperar el aliento. Quizá no era en la cama mejor que la mayoría, pero si se esforzaba más que muchos y eso lo dejaba satisfecho. Connie se levantó y se encerró en el baño.

Momentos después, la chica salió del cuarto completamente desnuda y aunque sus pechos ya comenzaban a apuntar más al suelo que al cielo, seguía siendo una mujer imponente. Se detuvo frente al espejo, ahora con una distorcionada mueca de alivio en el rostro. De sus pechos goteaba todavía el zumo del pecado original.

- ¿Te viniste?

Connie, aunque generalmente toleraba los comentarios vulgares de su amante, no soportaba que le preguntara eso. Lo miró friamente por un instante y regresó su atención a la superficie de azogue que la enfrentaba.

Novus

- Sé que te viniste porque siempre que terminas pones esa cara de estreñida. Con lo dificil que es encontrar los orgasmos, deberías estarme agradecida. No cualquiera se dedica tanto como yo a tu satisfacción.

La mujer escuchó todo esto en silencio. Poco a poco la mueca se desdibujó de su rostro y todo volvió a la normalidad. Hector odiaba que su mujer, tan fiera durante el coito, se transformara en una remilgosa vieja provinciana, con el chal negro cubriéndole la cabeza y un largo rosario pendiendo de su mano, como si se tratara de una caricatura al más puro estilo de Rius y Los Agachados.

Connie respiró profundamente y se vistió. Salió del cuarto veloz pretextando un antojo repentino de roles glaseados. Hector entró al baño y empezó a orinar descuidadamente, si no lo hacía poco después del acto sexual solía presentar ardores y molestias durante todo el dia. Se lavó las manos y descubrió que el gabinete de las medicinas estaba mal cerrado. Lo abrió y llamó su atención un frasquito vacío de perfume. Alargado y redondo, el simbolismo fálico no escapó a su ingenio. Lo tomó con curiosidad. Un penetrante y familiar olor despertó en él la mágia de la magdalena de Proust.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Aunque sea un hasta luego.

Y entró al cuarto. Érica lo esperaba desnuda, sentada en el piso, viendo por una rendija de las cortinas blancas hacia la calle. Sus muslos goteaban el caldo del medio día. Se quitó la chamarra que por algún absurdo había insistido en traer bajo el ardiente sol. El sudor le había encharcado la camiseta blanca que, sabía muy bien, sería amarilla al día siguiente.

La miró detenidamente por largos segundos. Aunque afuera el escándalo de la ciudad era ensordecedor para ellos no se escuchaba nada más que las entrecortadas respiraciónes.

- Te esperé, dijo finalmente, te esperé muchos años.

Érica se incorporó, las piernas se le habían pegado al piso y le había quedado enrojecida esa area de la piel.

- No he hecho el amor con otra mujer porque sabía que tendríamos nuestra despedida. Dijo al tiempo que se levantaba también.

Se acercó con paso temeroso. El bulto en sus pantalones funcionaba a manera de brújula, guiándo sus pasos rumbo al altar de la carne. Extendió los brazos y tocó sus hombros desnudos y ella tomó sus manos también.

- ¿Por qué ahora? ¿Por qué después de tanto tiempo?

Ella abrió la boca y antes de besarlo le susurró al oido:

- Porque hoy nadie más contestó mis llamadas.

lunes, 15 de febrero de 2010

Vesubio


Vesubio, originally uploaded by fjrpg2000.

Y ahí estaba esperándome la punta de flecha en cuyas lúbricidades se embriaga la castidad de mi lanceta.